1950. Esta fue la verdadera «Playa de Madrid», en los años cincuenta del pasado siglo.
La Playa de Madrid fue mucho más que un complejo deportivo y recreativo.
Existió realmente una playa, con todo lo que se le puede pedir a este tipo de enclaves: su arena, su orilla, sus tumbonas, sus parasoles, sus barcas y, por supuesto, sus bañistas.
Todo ello fue posible gracias a un embalse con una capacidad de almacenamiento de 80.000 metros cúbicos, arrebatados al Manzanares a su paso por el Monte de El Pardo.
Se construyó cerca del actual Hipódromo de la Zarzuela, a la altura de la desembocadura del Arroyo del Fresno, dos kilómetros aguas arriba del Puente de San Fernando.
Fue la primera playa artificial de España, surgida en un momento en el que Madrid se enamoró de su río, al compás de una corriente de pensamiento que defendía el desarrollo físico del individuo, a través del deporte y del contacto con la naturaleza.
Fruto de esa historia de amor fue la canalización y saneamiento del Manzanares y la apertura de áreas recreativas, deportivas y de baño en su entorno inmediato, principalmente en la Casa de Campo y en el Monte de El Pardo.