Te respondería que ambos aspectos. Mi Z tiene una historia personal, en mi opinión, muy bonita y, a la vez, ofrece un ratio coste/disfrute/sensaciones excepcional, con unas reacciones muy nobles, estética atemporal, el gozo de ir descapotado… es un cúmulo de
feedback positivo. Sigo plenamente enamorado de él y, en efecto, estará conmigo hasta el fin de los días. Los míos o los suyos.
En cuanto al M, huelga decir que es un aparatazo. Sinceramente, es absurdo lo que corre. Lo que más me impresiona es su estabilidad en cualquier situación. Acojonante, de verdad. Sea cual sea la velocidad. Peeeeeero… es una conducción tipo “playstation”, muy desconectado de las leyes de la física y de la realidad del asfalto. Obedece sin rechistar. El tren delantero no hay coj*nes de arrastrarlo. Imposible (al menos en carretera abierta). Pero no tengo la sensación de llevar un guante como sí me pasa en el Z.
Vino a sustituir a un e92 N54, y otro lo sustituirá a él cuando llegue el momento, pero el Z se queda y continuará siendo mi vehículo lúdico. El M lo disfruto a diario, pero de otra manera