Ciertamente, la historia política y social de nuestra ciudad durante la segunda república está ampliamente documentada. Pero poco se conoce de esa Zaragoza frívola que se desenvuelve durante la noche en los salones de baile en los que bellas señoritas contratan sus servicios de danzarinas de salón, previo pago de un ticket de a veinticinco céntimos por parte del que quiere estrecharlas entre sus brazos durante el tiempo que dura un pasodoble. O de los cafés cantantes y cabarets en los que vedettes y cupletistas ofrecen al espectador sus picantes espectáculos. Y por supuesto, apenas nada sabemos de esas casas a las que acuden aquellos que buscan encuentros mucho más íntimos. Pues todo eso es lo que te cuento en este vídeo sobre la pícara Zaragoza de los años treinta del pasado siglo.