Como lo clava Luis Ventoso:
La dana y una seudoderecha haciendo el canelo
El cañón de la izquierda truena de tal modo que triunfa el reduccionismo de culpar de todo a Mazón, cuando fue una tragedia incontrolable y con más errores
Se cumple el primer aniversario de la terrible catástrofe de la gota fría del 29 de octubre, que golpeó con una increíble virulencia a cinco regiones españolas y dejó 237 muertos: 229 en Valencia, la zona cero de la tragedia, siete en Castilla-La Mancha y uno en Andalucía. Los destrozos de bienes materiales resultaron también catastróficos y las obras de reconstrucción todavía continúan en algunas zonas.
Lo sucedido fue totalmente incontrolable. Queremos vivir en la era de la seguridad absoluta, pero la verdad impronunciable es que ni todas las alertas del mundo habrían evitado el horror que se vivió. Pongamos el ejemplo más elocuente: el barranco del Poyo, que iba seco el día anterior, pasó a tener aquella tarde un caudal equivalente a diez veces el del Ebro. Más agua que el río Nilo. ¿Cómo se para eso? La ola alcanzó en un instante casi cuatro metros de altura, llevándoselo todo por delante. ¿Cómo se hace frente a un apocalipsis así? Una alerta contundente a tiempo habría ayudado, sin duda. Pero, ¿cuánto?
En un país que no estuviese enfermo de cainismo político y que contase con un gobierno normal, tras una catástrofe de tan inauditas dimensiones y tantísimo dolor el Ejecutivo se habría puesto al instante al frente de las tareas de rescate y reconstrucción, en leal colaboración con las administraciones regionales y locales. La recuperación de las zonas devastadas se habría convertido en una tarea colectiva de Estado. Los principales asuntos de debate en relación con la catástrofe serían los siguientes: conseguir una llegada rápida de las ayudas, recuperar cuanto antes las localidades dañadas y acometer de manera inmediata ambiciosas obras hidráulicas para intentar mitigar un castigo similar en las gotas frías del futuro.
¿Y qué pasó en España? Pues que el presidente del Gobierno, que estaba en la India, se puso de canto cuando llegó, al igual que la vicepresidenta del ramo, Teresa Ribera, que permaneció durante una semana escaqueada en el extranjero (donde preparaba su examen para ser comisaria europea y forrarse). El secretario de Estado de Medioambiente estaba en Colombia. La directora general de Protección Civil, en Brasil.
Para los anales de la infamia queda la sonada frase de «si quieran ayuda, que la pidan», pronunciada con un desdén delator por el presidente en pleno pico de la crisis. Tras una primera visita a Valencia junto a Mazón en un tono más o menos colaborador, Sánchez viró de inmediato y convirtió la dana en una trinchera política. El objetivo ha sido evidente: golpear al PP en la cabeza del presidente valenciano.
La siguiente escena para los anales de la infamia fue la fuga cobardona de Sánchez en Paiporta dejando solos a los reyes –junto a los que sí permaneció Mazón– en medio de una airada queja vecinal. A partir de ahí las visitas del presidente del Gobierno a Valencia fueron blindadas y con cuentagotas. Jamás volvió a pisar las zonas afectadas por la dana y ni siquiera acudió al funeral de Estado, quizá porque era en una iglesia y lo presidía el Rey. Además, las ayudas están llegando tarde. El Consejo de Ministros aprobó una ¡ayer!, para quedar bien en el aniversario. También cabe recordar la gélida insensibilidad del PSOE en el Congreso en la mañana de la tragedia, muy ocupado en asaltar el consejo de RTVE.
Mazón no estuvo nada diligente en la tarde de la dana. Además, el carrusel de versiones que ha ofrecido es inaceptable. Pero hablemos en serio: ¿alguien se cree que si en el día de la gota fría asesina Mazón contase con información sobre su auténtica magnitud, se habría dedicado a comer parsimoniosamente y con una larga sobremesa? El aviso rojo de la Aemet llegó cinco horas después de que comenzase a llover. En media docena de municipios cayó mucha más agua de la que preveía esa alerta roja.
Mazón estuvo mal. Y Sánchez, poniéndose de canto. Y Ribera, escondida en el extranjero a lo suyo y pasando de todo. Pero la izquierda trabaja como un ejército. Sonó el clarín y se decretó la cacería a Mazón, que ha tenido un gran éxito mediático. Desde hace un año, jamás hemos escuchado a la delegada del Gobierno en Valencia –que falsificó su currículo académico pero no ha dimitido– dedicar sus alocuciones al asunto de la reconstrucción, que es lo que importa. Solo ofrece politiqueo contra Mazón, de sol a sol.
La conclusión que se proyecta desde el poderoso aparato sanchista es que todo lo ocurrido, los brutales daños humanos y materiales de la dana, se deben a una negligencia de Mazón. Y eso simplemente es falso (por cierto, en Castilla-La Mancha la gota fría mató a siete personas, pero nadie dedica un minuto a analizar cuál fue la actuación del Gobierno de Page).
La izquierda marca el guion de la conversación pública. ¿Qué estarían diciendo esos mismos tertulianos indignados si hubiese ocurrido exactamente lo mismo con un presidente autonómico del PSOE? Nada. Todo serían entrañables apelaciones a la solidaridad y reportajes encomiásticos de las tareas de la reconstrucción.
Mazón y los cribados andaluces, no existe otro tema... mientras un Gobierno de cartón piedra se hunde en el fango de la corrupción y la parálisis. El complejo de inferioridad ante la izquierda de algunos supuestos medios de centro-derecha y derecha es tal que se han sumado como pánfilos a la cortina de humo con Mazón diseñada por el PSOE. Repiten como papagayos los guiones que se redactan en la Moncloa sobre lo ocurrido en la dana. Llaman a Feijóo a que entregue su cabeza en la bandeja de la izquierda (¿van a dimitir también Sánchez y Ribera?).
Jamás se habla, por ejemplo, del tejido político y asociativo procatalanista que había sido inflado con dinero por el Ejecutivo de Ximo Puig y Compromís, que ha perdido con Mazón la bicoca de las subvenciones y se está tomando su venganza movilizándose en la calle. Jamás se habla de que algunas catástrofes naturales escapan al control del hombre, gobierne quien gobierne. Jamás se habla de que a estas horas el Gobierno no ha movido ni una excavadora, ni una hoja de cálculo, para promover obras hidráulicas de prevención al futuro.
Mazón no es exactamente Adenauer, desde luego, y estuvo fatal aquella fatídica tarde. Pero ha sido elegido como cortafuegos del infame comportamiento de Sánchez y su Gobierno. Curiosamente, sigue de primero en las encuestas valencianas, goleando al PSOE de una ministra que usa su cargo para hacer electoralismo allí. ¿Se habrán vuelto locos los valencianos? ¿O será que son un poco más espabilados que el tertulianismo de la villa y corte?