Maco, algunos de mis comments de Fringe
otra de JJ, la mejor serie de la historia de ciencia ficción junto con Battlestar Galáctica.... Fringe
empieza como un clon de expediente X... otra que dejé de ver tras el piloto.. error... pequeño spoiler, ver como hasta el detalle más nimio del piloto encaja en el puzzle enorme de toda la serie en temporadas siguientes es alucinante
Multiversos, monstruos, viajes en el tiempo referencias ocultas por todos los sitios que sólo pillarás tras un segundo visionado, y sobre todo, Walter, John Noble, glorioso, junto con Anna Torv, que hasta Mindhunter no se la ha vuelto a ver
Es como algunas de las cosas que hizo JJ en ALIAS, pero llevadas al extremo
ah... Sale spock (Leonard Nimoy)
otra que no se puede poner nada, 100 episodios que he visto un par de veces, sólo puedo decir...paciencia con la primera temporada, luego todo empieza a casar
https://www.youtube.com/watch?time_continue=97&v=bkxJ0DojPJ4&feature=emb_logo
Escena de la primera temporada de «Fringe» - FOX
ANIVERSARIO
«Fringe» cumple una década: el último gran clásico de la ciencia ficción
En España, la serie fue emitida por el extinto Canal+ y algunos canales autonómicos como Telemadrid
Desde las primeras entregas, resultó evidente que «bebía» de la mítica ficción de los noventa pues su intención era alternar una historia desarrollada a lo largo de la temporada –la clásica conspiración– con historias episódicas. Supuso además un experimento del canal: los episodios duraban entre 49 y 51 minutos cuando la duración habitual de los dramas en la televisión en abierto era –y sigue siendo– apenas 42 o 43 minutos. Una idea que, sin embargo, se desechó en la segunda temporada para beneficio de guionistas y espectadores.
Corría un 9 de septiembre de 2008 cuando la cadena estadounidense FOX estrenó una de sus grandes apuestas para la temporada, «
Fringe», bajo una intrigante premisa: «¿Y si la ciencia pudiera sobrepasar nuestra imaginación? ¿Y si lo inimaginable pudiera convertirse en realidad?». La ficción, además de suponer el regreso del actor
Joshua Jackson (Pacey en «Dawson crece») a una serie de horario de máxima audiencia, venía avalada por su productora, Bad Robot, de
J. J. Abrams («Perdidos»). Parecía cubrir el hueco de míticas ficciones como «Expediente x» e incluso «La dimensión desconocida». La apuesta era alta pues se emitía la noche del martes tras el todavía fenómeno «American Idol». Durante sus últimos años, sin embargo, acabó en la noche del viernes –tras su paso por el competitivo jueves–, considerada como una franja «cementerio».
Jackson interpretaría a Peter Bishop, hijo del científico Walter Bishop (
John Noble), después de que una agente de la FBI, Olivia Dunham (
Anna Torv,
ahora en «Mindhunter»), decida recurrir a él y sacarle de la institución mental donde está internado. ¿La razón? Un avión ha aterrizado con todos sus tripulantes muertos. El personaje de Dunham recogería el legado de otra heroína de la franquicia
Abrams como Sydney Bristow (
Jennifer Garner), la espía de «Alias».
Aquel episodio piloto de ochenta minutos –un doble capítulo en realidad–
costó diez millones de dólares, convirtiéndose en uno de los pilotos más caros de la historia de la televisión estadounidense. Pero a «Fringe» le pesó ser una suerte de «CSI» sobre casos sobrenaturales. Le costó una temporada íntegra de veinte episodios para equilibrar la parte más «serializada» con la episódica mientras su trío protagonista se dedica a investigar hechos que escapan de la lógica humana a la par que estrechan lazos familiares –la relación paternofilial es una de sus constantes– e incluso románticos (el «que-sí-que-no» de la férrea Dunham y el gamberro Bishop
junior).
De hecho, algunas de las entregas más memorables de la serie son aquellas que cuentan historias autoconclusivas como «White Tulip» –episodio 18 de la segunda tanda– o «Marionette», aquel noveno episodio de la tercera temporada que hizo volar por los aíres el idilio de los tórtolos investigadores. ¿La clave? Los guionistas ya sabían como integrar los arcos emocionales de sus personajes y las dinámicas entre ellos con los casos semanales. La serie encontró otro punto fuerte en sus personajes secundarios (Broyles, Nina, Astrid), a los que ocasionalmente cedía protagonismo, y sus característicos villanos.
«Fringe», a diferencia de
«Perdidos», hilvanaba misterios que resolvía con riesgo cada cierto tiempo, y aportó personalidad a lugares propios de la ciencia ficción como las realidades alternativas –y los correspondientes «doppelgängers»–, las líneas temporales, los «cambiaformas» y la ética de la ciencia, entre otros.
«Fringe» nunca gozó de grandes audiencias –de hecho, vivió en la cuerda floja desde la segunda temporada hasta la quinta y última–, pero en cuanto se conformó con una minúscula legión de fieles seguidores, los guionistas se alejaron del tono grandilocuente y comercial para apostar por un relato más íntimo, dando un notable salto de calidad durante la recta final del segundo año. Aun así, la primera tanda logró aportar el suficiente distintivo con sus
elaboradísimos «cold-openings» –la escena previa a los créditos iniciales en la que se presentaba al «monstruo de la semana»–, el empleo de un personaje tan misterioso y fundamental como
«El Observador» –salía en todos los episodios, pero costaba identificarle– e incluso un propio abecedario que ofrecía pistas sobre el siguiente episodio.
A lo largo de sus cinco temporadas y cien episodios, la serie se atrevió a jugar con sus créditos iniciales o poner a cantar a sus personajes en un episodio musical –gracias a «Glee», también de Fox–. De hecho, a raíz de aquella entrega musical –una suerte de homenaje al cine negro–, los capítulos número 19 de la tercera y cuarta temporada apostaron nuevamente por la extravagancia. Se trató de una jugarreta creativa por parte de los guionistas que desembocó en una quinta y final temporada, de apenas 13 episodios, que renunció a los casos semanales para centrarse en un único arco argumental y así profundizar en la principal temática de la serie:
la familia