Por qué a España le cuesta tanto comprender la factura de la luz: "En España no hay cultura financiera, hay 'culturilla'"
El país tiene considerables lagunas en educación financiera, lo que supone un problema en tiempos de bombardeo de consejos cuestionables a través de redes sociales, como los criptoactivos que se venden como productos sencillos
Actualizado Martes, 21 mayo 2024 - 22:47
Tras meses de turbulencias, el precio medio de la luz en el mercado mayorista en abril fue de 13,67 euros el MWh, muy lejos de los picos de la crisis energética, cuando en varios meses se superaron -ampliamente- los 200 euros/MWh. La factura lleva cayendo todo el año y empiezan a desaparecer las medidas que se activaron para reducir el impacto de la crisis energética, que también puso de manifiesto otra realidad: España tiene muchos problemas para comprender su factura. Ahora puede haberse normalizado, pero las dudas que la rodean siguen ahí y reflejan un problema mayor, el de la falta de conocimientos financieros en la sociedad.
Funcas y la Confederación Española de Cajas de Ahorros (Ceca), por ejemplo, lo detallan en su
Informe Ejecutivo de Educación Financiera: "La educación financiera se ha convertido en una herramienta esencial para empoderar a la ciudadanía, que debe enfrentarse a una realidad cambiante, consecuencia de la digitalización y de la incertidumbre de los últimos años". En este entorno, explican, "es vital contar con personas financieramente responsables que puedan gestionar de la manera más eficaz sus recursos". El problema es que España no parece estar preparada para el reto.
"La gente, de media, no tiene mucha idea, esa es la realidad", lamenta en conversación con EL FACUNDO Guido Stein, doctor en Filosofía y profesor del Departamento de Dirección de Personas en las Organizaciones en IESE. Lo resume en un concepto simple: "Hay
culturilla financiera". "Tengo más dudas de que haya cultura financiera de verdad; eso exige esfuerzo, exige pararse a pensar, exige comparar, y eso en los clientes no se da muy a menudo", apunta. Aunque sí cree que la situación ha mejorado y, aunque haya que conformarse con
culturilla, "hay más ahora que antes", considera importante tener en cuenta que "el hecho de que la gente firme papeles y diga que se ha enterado no asegura que se hayan enterado".
Según la última Encuesta de Competencias Financieras del Banco de España, publicada
en noviembre, tan solo un 19% de los españoles es capaz de responder correctamente a tres cuestiones básicas. Las preguntas miden la comprensión de los conceptos de inflación, interés compuesto y diversificación del riesgo. Aunque hay diferencias por edad, nivel educativo o renta, un 33% de los encuestados responde de forma incorrecta (26%) o desconoce (7%) la respuesta a la primera pregunta; un 58% -46% y 12%-, a la segunda y un 48% -28% y 20%-, a la tercera.
No es la única prueba de esta falta de conocimientos: en julio del año pasado Eurostat publicó
un informe sobre el nivel de alfabetización financiera en la Unión Europea y España aparecía por debajo de la media del conjunto de la UE en población con elevado nivel de conocimientos (19% frente al 26%) y por encima en porcentaje con un nivel bajo (24% frente al 17%).
La OCDE también
lo constata en su encuesta anual sobre conocimientos financieros entre adultos. En alfabetización financiera general (la suma de los resultados en conocimientos financieros, comportamiento financiero y actitudes y comportamiento), España obtiene 64 puntos, uno por encima de la media de la OCDE y también un resultado ligeramente superior a la media global. Sin embargo, el porcentaje de adultos que obtienen la nota mínima (70 puntos) en esta categoría es de tan solo el 39%, de nuevo, ligeramente por encima de la media global (34%) y exactamente en la media de la OCDE, pero muy por debajo de Alemania (75%), Irlanda (57%) o Países Bajos (47%). Además, apenas la mitad de la población -el 52% de los adultos españoles- obtuvo el resultado mínimo objetivo (responder correctamente cinco de las siete preguntas) en alfabetización financiera, por debajo de la media de la OCDE (58%) y, de nuevo, a años luz de países como Alemania (85%). ¿Faltan conocimientos en España o es, simplemente, que la economía se ha vuelto demasiado complicada para el ciudadano medio?
"Creo que la economía en sí y sus principios más elementales son muy sencillos", explica el profesor y escritor
Leopoldo Abadía. "Debemos saber dos ideas fundamentales: que no se puede estirar el brazo más que la manga y que de donde no hay, no se puede sacar", ilustra, y a partir de ahí "todo se sofistica y se complica".
"La economía y las finanzas pueden ser complicadas para un ciudadano medio", reconoce, por su parte,
Roberto España Seijas, jefe de la división de Educación Financiera del Banco de España. "No obstante, hay cuestiones relacionadas con el funcionamiento de la economía y la gestión de las finanzas personales que no son tan complejas y no deberían darnos miedo", continúa.
La encuesta publicada por su institución, explica, "pone de manifiesto que el nivel de educación financiera de los españoles es muy mejorable". Y el problema se acentúa al sumarle a esta escasez de conocimientos unas redes sociales que aportan una cantidad ingente de información que no siempre es correcta o que simplifica en exceso conceptos complicados. De
influencers que recomiendan criptoactivos a vídeos de YouTube con trucos sencillos para invertir -en NFT, inmuebles,
dropshipping...- o aplicaciones que permiten comprar acciones fraccionadas. Todos ellos, productos financieros complejos al alcance de la mano de cualquier persona con un teléfono.
"Del mismo modo que no sería prudente ponernos a pilotar un avión sin los conocimientos adecuados, no deberíamos implicarnos en la adquisición de productos financieros cuyos riesgos no somos capaces de evaluar", resume Roberto España. El Banco de España, de hecho, va a lanzar próximamente un programa con contenidos muy básicos de educación económica para ciudadanos sin conocimientos previos.
"Una cosa es que una red social te diga que hay un restaurante estupendo y que ahí te ponen un
coulant de chocolate que te cagas, que es una cosa de la que uno se puede fiar, y otra cosa distinta es que en un producto un poco más sofisticado ese sea el mejor criterio", ilustra
Guido Stein. A pesar de ello, está "convencidísimo" de que esto influye en la toma de decisiones y "eso es un motivo más para ser un poco más prudente, sobre todo con productos financieros". "Uno no se compra una casa por un impulso, pero a lo mejor puede hacer alguna inversión de este tipo", lamenta.
España Seijas es prudente al emitir su juicio: "Las redes sociales, como en general el entorno digital, ofrecen grandes oportunidades y grandes riesgos". A pesar de ello, advierte que "tienen el peligro para los jóvenes de banalizar las transacciones financieras y sus implicaciones y de verlas como una extensión del entorno de gamificación ligada al ocio que ofrecen estas redes". "Los modelos sociales del éxito rápido y la proliferación de los denominados
fininfluencers son un peligro indudable", incide.
Abadía, al igual que el directivo del Banco de España, considera que "las redes son buenísimas si se usan bien", pero tienen sus limitaciones. Él, de hecho, se hizo viral hace unos 15 años por su explicación de la gran recesión como una crisis 'ninja', aunque precisamente por esa falta de conocimientos financieros: "La gente necesitaba explicaciones claras y llanas". "Sólo me ciño a recomendaciones propias del sentido común para que no nos tomen el pelo", zanja.
En este contexto aparece, de nuevo, la factura de la luz. ¿Cuesta tanto comprenderla por la falta de educación financiera? En realidad, no. O no únicamente por ello. En este caso no todo es culpa del cliente y sus conocimientos, porque, a diferencia de prácticamente cualquier otra factura, la de la electricidad es muy compleja. Por un motivo, paradójicamente, muy sencillo: refleja una realidad que también es compleja. De hecho, el consumo de electricidad en sí no supone ni el 50% del pago final, todo lo demás son cargos adicionales, impuestos, peajes o costes que no tienen que ver con si se enchufa la nevera o se enciende el horno.
Para
Paloma Sevilla, ingeniera industrial y directora general de la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica (Aelec), "la factura será más o menos compleja, pero tiene mucha lógica". En cualquier caso, sí concede que "no es fácil" de entender.
Así, por ejemplo, la potencia contratada, un coste fijo, depende del uso que se vaya a hacer de la red. No se paga por consumir, sino por tener la posibilidad de hacerlo. Mientras, la facturación se hace por energía consumida. Y en ambos apartados aparecen unos peajes -los costes puros regulados del sistema, como son las redes o el operador- y unos cargos -costes de política energética- como la retribución de renovables, cogeneración y residuos o el sobrecoste que supone la generación en los territorios no peninsulares. A esto se le une la facturación por la financiación del bono social.
Sobre este subtotal se aplica el impuesto especial sobre la electricidad, que durante el primer trimestre del año fue del 2,5%, el segundo trimestre subió al 3,8% y después volverá a la normalidad, el 5,113%. Es un ejemplo más de ese reflejo complejo de una realidad complicada: se redujo como parte de las medidas del Gobierno para paliar el impacto de la crisis energética. Y, por si fuera poca complejidad, tras aplicar esta tasa se suma el alquiler del contador y ya se obtiene el importe total al que se le aplica el IVA... que estuvo rebajado al 10% hasta marzo, pero ya volvió al 21% (salvo en los hogares con bono social).
FUTURO
Los expertos coinciden también en la necesidad de invertir en la educación financiera en distintas etapas y con diversos planes. Como contextualiza
Carmen Rizo, responsable de Educación Financiera de la Asociación Española de Banca, esta educación "es fundamental para tomar mejores decisiones, ser financieramente independientes y más estables económicamente hablando". E incluso puede tener impacto en la salud física al evitar enfermedades "como la ansiedad, el estrés o muchos problemas cardíacos". Y, precisamente por esto, es tan importante "disponer de estos conocimientos desde pequeños, e ir trabajando en ellos a medida que vamos creciendo".
Roberto España, por su parte, recuerda que "la OCDE señala la conveniencia de empezar a formar en educación financiera cuanto antes y en la escuela" y que, si bien se ha tratado de reforzar el currículo escolar, "desde tercero de la ESO todo el contenido económico financiero se incluye en asignaturas optativas". Mientras, Leopoldo Abadía apunta que "eso conlleva verdaderas lecciones sobre la formación del criterio, la prudencia, el riesgo y la generosidad". Además, apela por "transmitir que la economía no es mala, que el capitalismo no es malo". "Lo malo son los que usan mal el dinero, los que son salvajes en el capitalismo".
Fuente: Asociación de Empresas de Energía Eléctrica (aelec), CNMV y Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).