Eres un mecánico pachequero de una empresa de tractores. Te acabas de levantar a las 6 para ponerte a las 7 con la faena. Será un día duro en el taller, con calor y estrés porque hay muchas reparaciones y mantenimientos en este momento en el que las flotas están a tope preparando las tierras para plantar en septiembre la primera cosecha de hortalizas.
Eres un oficial bastante bien pagado y te consuela un poco el que hoy te vas a levantar 150 euros (3000 brutos). 150, ¿seguro?.
No, serán como mucho 70 porque el resto se lo llevarán los mil y un impuestos y tasas que tienes que pagar. Y con esos 70 euros tendrás que apañártelas para comer, pagar tu casa, tu coche, educar a tus hijos, pagar la compañía de salud, los seguros, etc., etc., etc.
Mientras tanto, ves que a tu alrededor hay una multitud de gente ociosa que frecuenta teterías, salones de juego, deambula por las calles y no desaprovecha cualquier ocasión para robarte aunque sea un trozo de cable. Y no les falta en donde vivir, comida, escolarización para sus muchos hijos (incluyendo comedor, materiales, actvidades, etc.), atención sanitaria y ayudas de todo tipo a las que tú no puedes acceder por renta.
Y esto pasa en un país en el que, después de la morterada de impuestos que pagas, no te atreves a coger un tren para ir a esa consulta del especialista en Madrid porque no sabes si llegarás -después de una espera de 6 meses-, o en donde tienes que circular por el carril izquierdo de muchas autovías porque el derecho parece Beirut. Te acabas de dar cuenta que con tus impuestos confiscatorios, lejos de mejorar los servicios que recibes, estás financiando la vida de todos esos parásitos que llegan por centenares de miles todos los años.
Para rematarlo, el pasado viernes, cuando tu padre salía a hacer su caminata mañanera van y te lo apalean con el único fin de divertirse.
¿Qué es lo que tienes que hacer?. ¿Meterte en casa a ver si escampa?. ¿Pagar más impuestos para favorecer su "integración?.
