Pues mira, he estado 5 días en Shanghai y ahora me pegaré 10 en Japón, me acerqué a un concesionario de Xiaomi, vaya por delante que los chinos son racistas hasta decir basta ojo, pero de las pocas veces que iba decentemente vestido, mis pantalones “chinos” y camisa, la mujer me obligó vaya por delante, así que nos acercamos en unos de los mayores centros comerciales que hay, íbamos con un amigo, la intención era que nos dieran una vuelta en el Xiaomi Ultra, pues tienen uno y depende de la suerte y la gente te la dan, no pudo ser, pero nunca en mi vida vi en un concesionario algo similar, más comerciales que coches, no te exagero un pelo, si no había 50 tíos con la chaqueta no había ninguno, cerrando pedidos que daba gusto y ojo, pagando casi todos en efectivo, aunque también te digo, estamos muy equivocados en que allí les gusta BMW o Mercedes por encima de Xiaomi, de eso nada, lo que ellos quieren son Lambo, Ferrari y Aston Martin, McLaren y demás, los gordos de verdad, ese es su sueño húmedo y cuando aparece uno por las calles, que me quedé loco lo que llegué a ver, es cuando de verdad se emocionan, pero estamos equivocados en donde colocamos a BMW en China, no es lo que era y nunca volverá a ser, es la sensación que me llevé de allí.
Japón y en concreto Tokio, ya es otra historia completamente distinta, aquí el culto al coche es una jodida religión, maldita sea que gozada, por cierto, joyita de ayer mismo, sé que alguno hay que le gusta Fast and Furious, pues eso, larga vida al Lancer Evo maldita sea, jodida obra de arte.