El misterio del Coliseo de Roma: ¿Dónde están las partes que faltan del anfiteatro?
El Coliseo de Roma es, sin duda, uno de los monumentos más reconocibles del mundo. Estas son las razones por las que falta la mitad del Anfiteatro Flavio.
El Coliseo es el símbolo más reconocible de Roma.
El
Coliseo de Roma tiene una silueta inconfundible; lo hemos visto en películas, postales, ropa y hasta en joyas. Pero si alguna vez has podido contemplar en persona o has observado con atención una fotografía de este anfiteatro de la época del Imperio romano, sabrás que
le falta una gran parte. Su mitad sur está derruida casi por completo, mientras que el lado norte permanece relativamente intacto. ¿Qué pasó con esa “otra mitad” del Coliseo? ¿Cuándo desapareció? La respuesta es tan fascinante como la historia del propio monumento.
El Coliseo: una obra monumental desde el inicio
Este gran anfiteatro fue construido sobre el lago artificial de la lujosa
Domus Aurea (o Casa Dorada) de
Nerón, como un gesto simbólico del emperador Vespasiano para devolver el terreno al pueblo romano. La finalización del edificio estuvo a cargo de su hijo Tito,
inaugurándose en el año 80 d.C. con un gran espectáculo de gladiadores que se prolongó hasta 100 días.
La estructura, que
podía albergar hasta 50.000 personas, estaba formada por tres niveles de arcos de travertino (una piedra caliza extraída de Tívoli) y una compleja red de pasillos y cámaras subterráneas conocida como el
hypogeum que servían, entre otras cosas, para elevar a los gladiadores y animales a través de un montacargas que llevaba a la arena.
Durante más de 400 años, fue escenario de cacerías de animales, ejecuciones públicas, batallas navales simuladas y, por supuesto, los célebres combates de gladiadores. Pero
tras la caída del Imperio romano, su historia dio un giro inesperado.
¿Por qué falta la mitad del Coliseo?
Lo que podemos ver hoy día del Coliseo (y lo que no) es el resultado de una combinación de factores naturales, humanos… y políticos. Primero, uno de los principales culpables de que falte un 'trozo' del anfiteatro es la naturaleza. En el año 1349, un potente terremoto con epicentro en los Apeninos sacudió Roma y este sismo provocó el colapso masivo del anillo exterior del Coliseo, especialmente en su lado sur.
El Coliseo. Obra de Canaletto, conservada en la Galería Borghese de Roma, 1742-1745.
¿Y por qué no ocurrió lo mismo con todo el Coliseo al completo? Resulta que estudios geotécnicos posteriores revelaron que el edificio fue construido sobre dos tipos de suelo. El lado norte se asienta sobre grava compacta (y por eso resistió), mientras que el sur está sobre terrenos aluviales más blandos, lo que amplificó la onda sísmica y aumentó el daño estructural.
Olvidado y utilizado como cantera
Además, tras el terremoto, el Coliseo entró en una fase de decadencia.
Durante siglos, en vez de venerar este magno tesoro del Imperio romano, fue utilizado como cantera urbana. Las piedras del anfiteatro fueron extraídas y destinadas a construir otros edificios emblemáticos de Roma, como la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el Palacio Barberini y hasta puentes y murallas de la ciudad. Tanto es así que no es descabellado afirmar que mucho de lo que falta del Coliseo está repartido por toda la ciudad de Roma.
Así, el Coliseo fue ignorado y maltratado, creándose fábricas de cal en su interior, donde se quemaba el mármol robado para producir yeso.
Incluso en la Edad Media fue destinado a otros menesteres, siendo ocupado como establo, almacén, fortaleza militar o herreros, curas, cambistas e incluso nigromantes que acudían por las noches a “invocar demonios”.
Llega la restauración
Varios siglos más habría que esperar para que el Coliseo recobrara la atención que merecía. Fue ya en el siglo XIX cuando comenzaron los trabajos de consolidación y restauración. Lejos de las propuestas de papas como Sixto V que intentó transformar el anfiteatro en una fábrica de lana,
otros pontífices como Pío VII y Pío IX promovieron proyectos para evitar su colapso definitivo. Y ya en el siglo XX, el dictador fascista italiano Benito Mussolini lo utilizó como símbolo del antiguo esplendor imperial y ordenó restaurar el Coliseo, sobre todo para sacar a la luz el hipogeo.
En 2007, fue nombrado una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo, pero no sería hasta 2010 cuando el deficiente estado del edificio obliga a arrancar una campaña para su recuperación que duraría de 2013 a 2021 y en la que se emplearon más de 40 millones de euros. Hoy día, el Coliseo es uno de los lugares más visitados del mundo, con casi 13 millones de turistas anuales; quizá muchos de ellos sin saber que, literalmente, parte de él se encuentra repartido en la capital de Italia.