*NANO*
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BMW 525e (E28): ¿cómo va esta berlina ahorradora de los años 80?
Aunque parezca increíble, más cilindrada suponía menos gasto de combustible.

En los años 70, tras la guerra del Yom Kippur, el precio de la gasolina se disparó en muchos países occidentales. Como consecuencia, los coches diésel se hicieron más populares, sobre todo cuando la revolución de Irán en 1979 provocó una segunda crisis del precio del petróleo.
En el caso de BMW, sus ingenieros adoptaron un enfoque múltiple para solventar la situación económica. El diésel M21, alias 324d/324td o 524d/524td, se basaba en el motor de seis cilindros M20, pero la marca sabía que los coches de gasóleo no iban a ser mayoritarios en ventas, así que también trabajó en mejorar la eficiencia de sus mecánicas de gasolina de seis cilindros.
BMW 525e (E28), toma de contacto
¿Qué receta se empleó? Curiosamente, subir la cilindrada de los propulsores. Por ejemplo, el 525e, que se puso a la venta en Alemania en la primavera de 1983, antes de que el 325e se lanzara en Europa en 1985.
La letra "e" representaba la letra griega "eta", símbolo de eficiencia. En este caso, el motor de seis cilindros vio incrementada su cilindrada de 2 a 2,7 litros y estaba diseñado sin concesiones para ofrecer el máximo par a bajas revoluciones. Además de obtener mejores valores de aceleración, el 525e consumía un 9% menos de combustible que el 520i.
Según la fábrica, sólo 8,4 litros de gasolina normal cada 100 km. En su momento, ese consumo de combustible (que apenas era superior en la práctica) se consideró sensacional para un motor de seis cilindros de gran cilindrada.
Curiosamente, la potencia era relativamente baja para un bloque de 2,7 litros. En concreto, declaraba 122 CV (125 sin catalizador) a 4.250 rpm, con la zona roja del cuentarrevoluciones a tan sólo 4.500 vueltas (no, no es una errata). El par máximo era de 230 Nm (240 Nm sin catalizador) a 3.250 rpm y permite utilizar una caja de cambios con desarrollos largos, con una relación final de 2,93:1
En el mercado alemán, el 525e costaba inicialmente 30.165 marcos, mientras que un 520i era algo menos de 2.000 marcos más barato. Sin duda, las cifras de ventas fueron respetables: a finales de 1987, se fabricaron 40.621 unidades para Europa y 89.853 528e para EE. UU. y Japón.
El primer contacto después de 40 años
Hasta aquí la teoría. ¿Cómo será en la práctica este coche en 2025? En BMW Classic nos espera un 525e muy elegante fabricado en 1985 en color dorado claro metalizado, con el interior a juego. Hoy, el diseño anguloso con los cromados entre los pilotos tiene su encanto. Dato curioso: el tubo de escape está casi en el centro... y desconozco la explicación.En el interior, llama la atención la sensación de amplitud en el sentido más estricto de la palabra. Por cierto, el 525e mide 4,62 metros de largo y 1,70 metros de ancho, con una distancia entre ejes de 2,62 metros. Las grandes ventanillas y el parabrisas muy inclinado ofrecen una excelente visión.
El puesto de conducción, orientado al conductor, con mandos sencillos, resulta siempre atractivo. Sólo el interruptor basculante para los faros, situado muy a la izquierda, es algo que encuentro tarde.
Si hubiera un cuentarrevoluciones a bordo, vería que la zona roja empieza a 4.500 rpm. Pero no es así, porque hay una curiosa tira luminosa que da esa información. El coche viene con una transmisión automática de cuatro velocidades.
Sorprendente armonía automática
Debido a las características de su motor, el 525e es uno de los pocos BMW de la época que armoniza bien con un cambio automático. Aquí, el propulsor no necesita subir mucho de vueltas, como si fuera un diésel.Ciertamente, la berlina alemana no es un coche de carreras. 12,3 segundos hasta 100 km/h desde parada es más bien un registro muy convencional. Por cierto, serían 10,7 con una caja de cambios manual.
El coche empuja hacia delante con suavidad, adornado con un maravilloso sonido de seis cilindros. A veces se notan los tirones del cambio automático, pero nada desagradable.
En fin, una experiencia sumamente agradable conduciendo un clásico eficiente... pero sin rastro de 'downsizing'.