Etiquetas, coches eléctricos e híbridos enchufables, todo lo que nadie te cuenta sobre el futuro de Europa
El mercado está cambiando. Europa tiene que atajar varios problemas con respecto a una de sus industrias principales. El mundo tal y como lo conocíamos o imaginábamos está a punto de cambiar. Adiós al 2035.
15/10/2025
El panorama automovilístico en Europa va a cambiar drásticamente en cuestión de semanas.
La gran pregunta que la mayoría de vosotros nos hacéis es ¿qué coche tengo que comprarme en este momento? Sobra decir que no es una decisión sencilla.
La diversidad mecánica es una gran ventaja, pero también una complicación para la mayoría de los conductores. Durante años nos hemos acostumbrado a la sencillez, diésel o gasolina. La llegada de los sistemas electrificados ha abierto a un mayor abanico de posibilidades que no siempre se tienen claras.
Desde nuestra humilde perspectiva tratamos de ayudarte contándote las ventajas y los inconvenientes de cada sistema mecánico, pero desde Europa se empeñan en complicar aún más la ya de por sí difícil situación. A lo largo de los últimos años
el Parlamento Europeo ha tomado cuestiones que no han agradado ni a la industria ni a los conductores. En un intento de erradicar la contaminación del tráfico, lo único que Europa ha conseguido es favorecer la llegada de marcas extranjeras y complicar la existencia de los ciudadanos.
Las etiquetas medioambientales, el gran miedo de la mayoría
Las pegatinas de la DGT se han convertido en una razón más de compra.
Europa ha limitado la movilidad de sus ciudadanos creando lo que ya conocemos como Zonas de Bajas Emisiones (ZBE). Estas han quedado implantadas en la gran mayoría de las ciudades del continente. Espacios protegidos y de acceso restringido a los coches eléctricos. En España, la Dirección General de Tráfico, dependiente del Ministerio del Interior, que a su vez ejecuta órdenes europeas,
ha aplicado las famosas 'pegatinas de la DGT'. Distintivos que catalogan nuestros coches en función de sus emisiones.
Huelga decir que los diésel y gasolina son considerados como enemigos de la humanidad, a pesar que hoy vivimos la mejor generación de motores de la historia. Los menos contaminantes y los más eficientes que el mundo haya conocido.
Muchos conductores buscan las etiquetas más favorables, ECO y CERO, hasta el punto de convertirse en un poderoso argumento de venta al público. La etiqueta ECO es la más polivalente en este momento, como bien demuestran las ventas mensuales de nuestro país.
Toyota y sus híbridos se han convertido en el objetivo de muchos españoles por su fiabilidad, bajos consumos, equilibrados precios y ventajosa etiqueta. Sin embargo, la DGT ya ha comunicado que dentro de un tiempo
modificará la metodología con la que aplica sus distintivos medioambientales. ¿Por qué? Porque desde el principio es un sistema que está mal planteado. El nuevo formato, que todavía no tiene fecha de implantación,
supondrá quitar las ventajas a sistemas microhíbridos e híbridos enchufables.
¿Adiós a la etiqueta ECO de los Mild-Hybrid?
En un microhíbrido el motor de gasolina siempre impulsa las ruedas.
La mala redacción de la normativa europea ha permitido que los fabricantes encuentren un resquicio legal en la figura de los microhíbridos, también conocidos como híbridos ligeros, o MHEV, por sus siglas en inglés (Mild-Hybrid Electric Vehicle). Mediante la instalación de un sistema eléctrico auxiliar, generalmente de 48 voltios, la Unión Europea los reconoce como híbridos, aunque no lo sean.
No tienen capacidad para moverse de forma 100% eléctrica por lo tanto no pueden ni deben ser considerados como tal.
El objetivo de Europa y de España es quitar las ventajas de estos sistemas.
Solo serán considerados híbridos aquellos coches que se puedan mover de forma 100% eléctrica durante cortos espacios de tiempo o distancia. Es decir, híbridos como los que plantea Toyota. Su autonomía eléctrica es de apenas un par de kilómetros. No es mucho, pero suficiente como para ganarse el distintivo medioambiental ECO. Algo similar va a ocurrir con los híbridos enchufables (PHEV).
Dos clases de híbridos enchufables
Para recibir la etiqueta CERO de la DGT los PHEV deberán aumentar su autonomía eléctrica.
A día de hoy la reglamentación técnica no distingue de clases entre los híbridos enchufables.
Los PHEV, a diferencia de los híbridos o MHEV, disponen de una batería de gran capacidad con la que pueden completar viajes mucho más largos de forma eléctrica. La norma actual reconoce que para un coche sea considerado como híbrido enchufable debe contar con un sistema de recarga de energía, un enchufe, y tener una autonomía eléctrica homologada superior a los 40 kilómetros (ciclo WLTP).
Diversos estudios han demostrado que los PHEV actuales consumen y contaminan más que muchos de sus homólogos de combustión. A pesar de ello, Europa los considera como vehículos limpios.
En España reciben la etiqueta CERO, la misma que los eléctricos, si cuentan con más de 40 kilómetros de alcance eléctrico homologado. No es justo. Por eso, la misma norma que cambiará la reglamentación para los MHEV, también implicará cambios para los híbridos enchufables. Europa endurecerá las condiciones para ellos.
De los 40 kilómetros de autonomía eléctrica actuales pasarán a más de 90 kilómetros homologados. Europa considera que esta es una medida más que razonable para reducir su impacto medioambiental.
Por debajo de la frontera de los 90 kilómetros de autonomía serán considerados híbridos y, por lo tanto, recibirán en España, la etiqueta ECO de la DGT. Superada esa frontera disfrutarán de la pegatina CERO, la misma que ofrecen actualmente. Ninguno de estos cambios tendrá carácter retroactivo. Es decir, si tu coche ya tiene la etiqueta CERO asignada nadie podrá arrebatártela.
Europa 100% eléctrica a partir de 2035, ¿verdad?
Los grandes grupos como Stellantis han presionado a Ursula von der Leyen para cambiar el rumbo.
Esa era la idea. Los 720 políticos que forman el Parlamento Europeo decidieron hace unos años que en 2035 todos los coches nuevos que se vendiesen en Europa, salvo excepciones, iba a ser 100% eléctrico.
Una decisión que ha demostrado ser contraproducente y peligrosa para la industria del automóvil en Europa, responsable de más de 10% del PIB de la Eurozona y de millones de puestos de trabajos directos y secundarios en todo el continente. En estos dos años y medio (aprobada el 14 de febrero de 2023), Europa ha retrocedido décadas en competitividad.
Los europeos, los alemanes, hemos controlado la industria del automóvil desde sus orígenes allá por finales del siglo XIX. Considerada como la región de referencia a escala internacional,
Europa ha decidido delegar esa posición en favor de China y de sus marcas. El coche eléctrico se ha convertido en un arma política y económica para pesar de los conductores europeos. En 2023, el Parlamento Europeo apostó por una tecnología que no controlamos. Ni industrial ni tecnológicamente hablando. China domina la figura del coche eléctrico y todo lo que le rodea.
Europa no tiene capacidad para fabricar sus propias baterías. No controla la industria.
Desde la extracción de minerales a la creación de las baterías, incluyendo la descomunal masa laboral que fabrica coches como si fuesen caramelos. Ninguna marca europea tiene capacidad para igualar los términos.
Durante los últimos 15 años China ha estado tomando posiciones discretamente para asestar el duro golpe en materia de movilidad. La decisión de 2023 abrió la puerta a que China tomase por la mano el control de la industria del automóvil. Los chinos han estado tomando posiciones durante más de una década sin que ahora nadie pueda hacerles frente.
Si, parece increíble, pero Europa tomó de forma voluntaria una decisión que ha puesto en peligro millones de puestos trabajo y miles de millones de euros.
Tampoco hay que librar a las marcas de su responsabilidad. Los fabricantes vieron que los coches eléctricos dejan muchos más beneficios en sus cuentas que los coches de combustión. Animados por los balances económicos favorables todos decidieron apoyar a Europa en su transición eléctrica sin tener en cuenta que las marcas no son las que controlan el mercado; es el cliente.
Europa no ha tomado buenas decisiones en esta década.
En un primer empujón positivo todo el mundo daba por hecho que en 2030 los conductores europeos iban a moverse sin contaminar, pero nada más lejos de la realidad.
El mercado eléctrico ha crecido mucho en estos años, pero las ventas se han ralentizado. El panorama ya no es tan halagüeño como lo era entonces y es entonces cuando han aflorado los miedos y los riesgos de ceder todo nuestro control industrial a China. Si Europa quiere coches eléctricos necesita, depende, de China.
Europa plantea un cambio deprisa y corriendo
A lo largo de los últimos meses, cuando las ventas han empezado a asfixiar, las marcas han empezado a ejercer presión sobre el Parlamento Europeo.
Voces de alarma constantes que anunciaban la quiebra industrial si no se cambiaba la agenda. ¿Cuál es el nuevo rumbo? Todavía no es oficial, pero las marcas ya saben que antes de que acabe el año
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea anunciará una nueva hoja de ruta para la industria del automóvil en Europa.
Ya ha dado las primeras notas para dicho cambio.
A lo largo de los últimos años China ha estado maniobrando en las sombras, pero a la vista de todos.
El cambio será radical.
La prohibición de 2035 será borrada del mapa a fin de no depender de China, de sus coches eléctricos o de sus baterías. Europa se abre a un nuevo horizonte multienergía, aunque se dará prioridad a la electrificación. El coche eléctrico seguirá siendo regado con miles de millones de dinero público para favorecer su implantación, pero a diferencia de la normativa actual, los conductores europeos serán los que decidan qué coche comprarse sin independencia de lo que dicte un político.
El mercado está cambiando. Europa tiene que atajar varios problemas con respecto a una de sus industrias principales. El mundo tal y como lo conocíamos o imaginábamos está a punto de cambiar. Adiós al 2035.
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