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- Sardina
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En mi opinión creo que se han mezclado tantas cosas que parece que acabamos lost in translation. Al menos por mi parte, así lo manifesté páginas atrás, no tiene sentido comparar tecnológicamente coches de los años 90 con los actuales. Como no lo tiene establecer comparaciones entre un motor de aquellos con los actuales de última generación en la mayor parte de los términos posibles. Aplicable a motos, microondas, cotacéspedes, avionetas o televisores. Y comprensible por cualquiera que tenga el cálculo justo para estornudar sin irse por detrás, salvo que se quiera discutir por discutir.
A nivel personal no soy inmovilista, si lo fuera ni me plantearía la posibilidad de dialogar sobre el sacrilegio para muchos, de la bondad de los dobles embragues, por poner un ejemplo.
Las personas, en automoción, en ese caso por ser el tema, por diferentes criterios personales, sobre todo las que de vez en cuando se suben a los coches, diferentes tipos de coches, con cierta frecuencia, rutina o como se le quiera llamar, bien por que sean suyos y cambien con frecuencia, bien porque sus profesiones así lo requieran, tienen preferencias, por encima de la imposición mercantil, de las modas o de las normativas vigentes. Y es por ello que hay quien prefiere navegar a vela que a motor, el olor aunque sea en parado, la respuesta, le rendimiento y el sonido de una bicilíndrica de dos tiempos a la modernidad de una 4T actual, un 1665 de los años 60 o el tacto de dar cuerda a una pieza de alta relojería, de manera manual, con tecnología inventada hace más de siglo y medio a un Apple Watch de esos modernos.
Esto no va de tener o no razón. La razón solo sirve para perderla, casi siempre. En mi experiencia, poca o mucha, desde luego menos que la de muchos en muchas cosas, por motivos que no vienen al caso, coincido con cierto tipo de profesionales del motor, no sólo del periodismo, de otros sectores especializados, que no viene al caso mencionar y con aficionados de diferentes niveles, muchos de ellos con amplia experiencia que se extiende a mucho más allá de la de escribir en foros sean los que sean, y de los que aprendo a base de escuchar mucho y hablar menos y es generalizado el sentimiento de pérdida de algunas cosas, no pocas, que se está padeciendo con la modernización del sector. Una cosa es lo que hagan las marcas por los motivos que le sean impuestos y que con ellos aprovechan para hacer otras, convenientes a su intereses, lo que digan los ingenieros de marcas que fabrican para el público en general, y para el especializado, que en definitiva se les paga en las marcas para que hagan lo que se les pide que hagan, como en todos los trabajos en los que bien representas, bien sirves de uno otro modo a dicha empresa, como a sueldo que estás, lo que diga la publicidad, lo que digan los medios que, en definitiva están subyugados por las marcas, por los motivos ya descritos, os pongáis como os pongáis, todos los días que salga el sol... y otra muy distinta cuando el producto llega a la calle y cierto tipo de cliente lo valora.
Quizá, no lo sé, no estéis al corriente, pero no es casualidad el auge que está teniendo el mercado de coches de los 90 y primeros de siglo en otros países con mucha más, y bastante mejor, tradición que el nuestro en esto. Cómo los fabricantes están volviendo a poner en catálogo piezas de modelos que ya estaban fuera de su stock de referencias. Cómo hay aficionados que están gastando cantidades importantes de dinero, mucho dinero, en hacerse coches de aquellos años, cómo están proliferando empresas que te rehacen de nuevo los coches (y no hablo de Singer o Gunther Werks, que os veo venir) no a precios baratos, ni mucho menos, y cómo la industria auxiliar europea de componentes especializados, con mucha, mucha, mucha experiencia en el segmento más puntero de este sector, está desarrollando suspensiones, frenos y otros componentes para coches que hace ya décadas que no se fabrican...y los precios que están alcanzado los coches, que algunos achacan a una burbuja, YA!!! Dos burbujas. Preguntaos por qué si es que no lo sabías, o no habíais reparado en ello.
A nivel personal no soy inmovilista, si lo fuera ni me plantearía la posibilidad de dialogar sobre el sacrilegio para muchos, de la bondad de los dobles embragues, por poner un ejemplo.
Las personas, en automoción, en ese caso por ser el tema, por diferentes criterios personales, sobre todo las que de vez en cuando se suben a los coches, diferentes tipos de coches, con cierta frecuencia, rutina o como se le quiera llamar, bien por que sean suyos y cambien con frecuencia, bien porque sus profesiones así lo requieran, tienen preferencias, por encima de la imposición mercantil, de las modas o de las normativas vigentes. Y es por ello que hay quien prefiere navegar a vela que a motor, el olor aunque sea en parado, la respuesta, le rendimiento y el sonido de una bicilíndrica de dos tiempos a la modernidad de una 4T actual, un 1665 de los años 60 o el tacto de dar cuerda a una pieza de alta relojería, de manera manual, con tecnología inventada hace más de siglo y medio a un Apple Watch de esos modernos.
Esto no va de tener o no razón. La razón solo sirve para perderla, casi siempre. En mi experiencia, poca o mucha, desde luego menos que la de muchos en muchas cosas, por motivos que no vienen al caso, coincido con cierto tipo de profesionales del motor, no sólo del periodismo, de otros sectores especializados, que no viene al caso mencionar y con aficionados de diferentes niveles, muchos de ellos con amplia experiencia que se extiende a mucho más allá de la de escribir en foros sean los que sean, y de los que aprendo a base de escuchar mucho y hablar menos y es generalizado el sentimiento de pérdida de algunas cosas, no pocas, que se está padeciendo con la modernización del sector. Una cosa es lo que hagan las marcas por los motivos que le sean impuestos y que con ellos aprovechan para hacer otras, convenientes a su intereses, lo que digan los ingenieros de marcas que fabrican para el público en general, y para el especializado, que en definitiva se les paga en las marcas para que hagan lo que se les pide que hagan, como en todos los trabajos en los que bien representas, bien sirves de uno otro modo a dicha empresa, como a sueldo que estás, lo que diga la publicidad, lo que digan los medios que, en definitiva están subyugados por las marcas, por los motivos ya descritos, os pongáis como os pongáis, todos los días que salga el sol... y otra muy distinta cuando el producto llega a la calle y cierto tipo de cliente lo valora.
Quizá, no lo sé, no estéis al corriente, pero no es casualidad el auge que está teniendo el mercado de coches de los 90 y primeros de siglo en otros países con mucha más, y bastante mejor, tradición que el nuestro en esto. Cómo los fabricantes están volviendo a poner en catálogo piezas de modelos que ya estaban fuera de su stock de referencias. Cómo hay aficionados que están gastando cantidades importantes de dinero, mucho dinero, en hacerse coches de aquellos años, cómo están proliferando empresas que te rehacen de nuevo los coches (y no hablo de Singer o Gunther Werks, que os veo venir) no a precios baratos, ni mucho menos, y cómo la industria auxiliar europea de componentes especializados, con mucha, mucha, mucha experiencia en el segmento más puntero de este sector, está desarrollando suspensiones, frenos y otros componentes para coches que hace ya décadas que no se fabrican...y los precios que están alcanzado los coches, que algunos achacan a una burbuja, YA!!! Dos burbujas. Preguntaos por qué si es que no lo sabías, o no habíais reparado en ello.