Pues mi caso ha sido este:
Jueves 17 diciembre, barbacoa en una casa de campo. Ocho adultos varones en el porche de una casa, con "un lado de cuatro" abierto, o sea, al aire libre pero poco, o en interior pero poco, según se mire. Bien comidos y bien bebidos, nos vamos a casa contentos.
Domingo 20 diciembre, uno de los presentes en la barbacoa llama a los demás y les informa que ha dado positivo por Covid. Después de insistir, resulta que no es coña.
Esa misma tarde llamo unas 20 veces al centro público de salud de mi localidad, sin suerte. Por la tarde, me acerco al hospital privado más cercano, donde tras larga espera, por el módico precio de 120€ me hacen PCR y test de antígenos, en una especie de hospitalillo montado en un container, y atendido simplemente por dos administrativos (no daban abasto para tomar datos y cobrar, pero despachaban como en una panadería) y dos sanitarios. A las 24 horas, los dos resultados enviados por email y SMS, salen negativos. De los otros presentes, algunos van a ese mismo hospital (y salen negativos a las 24 horas) y otros se esperan al lunes para ir al centro de salud que les toca.
Lunes 21 de diciembre, ante la imposibilidad de contactar voy al centro de salud. Me dicen que llame y me darán cita. A la llamada 60 me cogen no en el centro de salud sino en un centro de llamadas (debe ser que tenían el teléfono desviado). Me dicen muy amablemente que me llamarán de mi centro de salud para darme cita.
A la media hora me llama una persona que se identifica como médico y me da cita para hacerme la prueba... el domingo 27 de diciembre por la mañana, en mi centro de salud. Hasta entonces, no hay hueco. Y me informa de que me toca guardar aislamiento. Me insiste no menos de 4 veces en que me da la baja, todas las cuales contesto igual, que soy autónomo, así que la baja no me hace falta para nada, y después de mi experiencia con otras "ayudas" prefiero no menear ese asunto... que me quedo en casa y santas pascuas.
Así que Navidades confinado del todo, aislado de mi familia y con la comida pasada "por debajo de la puerta" como quien dice, al estilo Nelson Mandela. A todo esto, mi mujer aprovechando para echarme filípicas sobre la irresponsabilidad de reunirse con amigos, con la que está cayendo. Yo después de un par de días algo acongojado, veo que me encuentro perfectamente, pero como no puedo salir a hacerme otra PCR de pago, y como aunque me la hiciera, tendría que seguir confinado, pues a joderse toca.
Domingo 27 visita al centro de salud, PCR y otra prueba con bastoncillo por la garganta, que no sé ni lo que era. Me hacen firmar un "consentimiento informado" donde dice que van a aplicarle el medievo a mi culo como ponga el pie fuera de casa. Sigo confinado. Martes 29, viendo que no me llaman, empiezo a llamar yo al centro de salud. Tras numerosos intentos, hablo con alguien que me dice que no me puede dar datos, por temas de privacidad, pero que me va a llamar mi médico. A la media hora me llama una persona que dice ser enfermera y me confirma que mis pruebas han dado negativo. Después de otros 20 minutos me llama un hombre, algo mosqueado en plan "qué quiere usted, qué le pasa?" Y yo, "ya, nada, me encuentro bien y ya me han dicho que pruebas negativas". Ah pues vale, buenos días. Fin de la llamada.
Así que al menos pude cenar en Nochevieja con mi familia nuclear.
Conclusiones personales que saco:
-Sigue habiendo un caos importante en el servicio público asistencial, hay muchos más recursos que antes, pero no hay criterio ni procesos bien planteados, estudiados, probados y coherentes.
- Los pepitos que reciben la llamada del médico, cuando les dice que les dan la baja para 12 días, suelen reaccionar con jolgorio apenas disimulado.
- En la confusión, el personal sanitario público está sufriendo tensiones grandes, y el súbito aumento de recursos disponibles no se está aprovechando como debería.
- Ante el río revuelto, la iniciativa privada está aprovechando para ganar una cantidad obscena de pasta, con una ordenación oportunista de recursos mucho más limitados, pero con ideas claras.