Victory Hammer S
Así es como se ve la deportividad en una custom
La
Victory Hammer S es una de esas custom atípicas, que atraen con solo mirarlas y que enganchan una vez te pones a sus mandos. Es grande como toda custom, pero su diseño es llamativamente dinámico, a la vez que potente e imponente, a juego con su denominación Destaca claramente frente a cualquier Harley-Davidson, aunque a ojos de los usuarios y de aquellos ajenos a mundo de la moto, Victory sea una marca sin el caché y sin la historia de Harley-Davidson.
Y en parte tienen razón, Victory no tiene el peso histórico de Harley, pues fue una creación de Polaris Industries para plantar cara a la mítica firma de Milwaukee y porque en la directiva de Polaris querían fabricar vehículos “de carretera”, para completar su gama de productos “de campo”. La primera moto que lanzaron al mercado, la
Victory V92C, apareció en 1997 y se comenzó a vender en 1998.
Desde aquella primera moto, Victory se caracterizó por una personalidad bastante deportiva, mucho más deportiva que Harley. Solo hay que echar un vistazo a la monta de ruedas, a los frenos… Y eso que la V92C es bastante tradicional en su configuración y diseño. Mucho más tradicional que modelos como la Hammer S, que llegó al mercado 10 años después, en 2008.
Para entonces, Victory ya había demostrado que su talante era bastante más dinámico y agresivo de lo que solía ser costumbre en el segmento cruiser y la Hammer S solo reafirmaba esa idea: horquilla invertida, un llamativo faro con una ligera caída negativa, un depósito voluminoso y muy curvo, una enorme rueda trasera… Y, por supuesto, un motor poderoso, mucho más que cualquier motor Harley.
Este apartado, el del motor, es muy interesante. Harley siempre ha presumido de motores percherones, con mucho par, pero con potencias contenidas. Sin embargo, en Estados Unidos, fabricantes como S&S, rara vez desarrollan motores con menos de 90 CV, y eso en cuanto a las opciones más económicas, pues pueden llegar a tener potencias muy por encima de los 150 CV. Victory no llegaba tan lejos, pero los 92 CV a 4.950 revoluciones y los 14,20 mkg de par a 2.500 revoluciones superaban con creces a las clásicas rivales del segmento.
Aun así, no era una moto para apurar curvas, era una tragamillas pensada para carreteras amplias y de trazado abierto, donde poder rodar “con alegría” sin tener que pelear con los 305 kilos de peso o con su rueda trasera de 250 milímetros de ancho. Es una moto más adecuada para las largas y anchas carreteras estadounidenses, que para las retorcidas y estrechas carreteras europeas.