Vamos con las similitudes entren PUTIN y HITLER.
Empecemos con la idea de Lebensraum o “espacio vital” que Hitler usó como excusa para expandirse. Con la pretensión de tener que controlar su territorio contiguo por cuestiones de seguridad y peso estratégico, se dio permiso para interferir en los asuntos internos de otros países.Putin fomentó una rebelión en Bielorrusia en 2021, intervino en Kazajistán, Armenia y Turkeminstán. Considera que el interés ruso prevalece sobre la autodeterminación. Quiso imponer a Yanukovich en Ucrania y ante el fracaso invadió Crimea y promovió el separatismo en el Donbás
Hitler hizo algo similar en Austria. Desde 1933 organizó y financió a grupos nazis locales para que lleguen al poder. Al ver que no tenían éxito electoral, en 1934 organizó un golpe de estado que falló por falta de apoyo masivo entre los austriacos. Entonces, decidió ocuparla.Esto nos conduce al Anschluss de Hitler, que lo llevó anexar Austria en marzo de 1938. En octubre del mismo años tomó los Sudetes, formada por las regiones de Moravia, Silesia Oriental y Bohemia que pertenecían a Checoslovaquia y al año siguiente la zona de Memel en Lituania.
Desde el inicio de la guerra se anexó Luxemburgo y le usurpó Alsacia, Lorena y Dunkerque a Francia. Prusia Oriental y Silesia a Polonia, Lieja y Valonia a Bélgica, Carintia, Estiria y Carniola a Yugoslavia y Bialystok a Rusia. Igual que Putin, invadir para luego anexar.
Tras declarar a Austria parte de Alemania, Hitler organizó un referéndum en abril de 1938. La votación bajo la mirada de la Gestapo dio por resultado que el 99.71% de los austríacos votaran a favor de ser alemanes. Los que 5 años antes no apoyaron el golpe. Aplauso de Putin.
Putin anexó Crimea en 2014 tras un referéndum fraudulento y ahora sumó cuatro regiones de Ucrania con idéntico método. Y previamente se apropió de hecho por medio de gobiernos títeres de Osetia del Sur y Abjasia que pertenecen a Georgia y de la región de Transnistria en Moldavia.
Las anexiones nos llevan a una tercera coincidencia que tiene que ver con la identidad étnica. Hitler creó una entidad imaginaria llamada “raza aria” que solo existía en su fantasía para reclamar territorios usando como excusa la defensa de supuestos “hermanos” raciales.Aquí Putin fue mas explicito. El 5 de septiembre presentó su nueva doctrina exterior en la que se arroga el derecho de defensa de cualquier comunidad eslava que habite fuera de Rusia. Es un problema, porque el imperio soviético colonizó con rusos a todas los países de su esfera.
En realidad esa política comenzó con los zares en 1870, pero Stalin hizo del reemplazo de las etnias locales por comunidades rusas una política de estado. Hoy hay comunidades eslavas en los países bálticos, del Cáucaso, Polonia, Moldavia y en cada ex miembro del Pacto de Varsovia.El “orgullo eslavo” de Putin, como la hermandad aria, representa un mismo eje con el Lebensraum y Anschluss porque le permite justificarse a la hora de intervenir en los asuntos internos de países con presencia eslava o invadir directamente como lo hizo con Ucrania y Georgia.
Putin siempre criticó a Gorvachov porque considera una claudicación humillante los acuerdos de distensión con Occidente que siguieron a la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS. Cree que Rusia es heredera del espacio soviético perdido y que debe recuperarlo.
Aquí surge otra coincidencia. Hitler organizó la industria alemana para que actuara en función de sus necesidades militares y privilegió a algunas familias industriales y banqueras entre las que consideraba mas fieles a su proyecto político. Fue un pacto de mutuo beneficio.Putin organizó su economía de una manera similar, aunque hay que aclarar que el proceso se inició con las reformas de Gorvachov que originó la casta de oligarcas rusos. Pero en donde el actual presidente innovó, fue en disciplinarlos detrás de su proyecto de política exterior.
Es así que se construyó un poder personal cada vez mas fuerte y entonces llegamos a una nueva coincidencia: el líder iluminado. En la Alemania nazi las órdenes y opiniones de Hitler eran sagradas dentro de un movimiento que se convirtió rápidamente en una religión política.Rusia tuvo líderes fuertes en el zarismo y luego con Stalin como expresión mas fuerte. Pero luego hubo un avance democrático con competencia partidaria y recambio de presidentes que se acabó en abril de 2021 cuando Putin forzó una reforma para ser reelecto hasta el 2036.La coincidencia se refuerza al observar el proceso de concentración de poder. Hitler comenzó ilegalizando partidos opositores para luego prohibirlos y en el medio arrasó con miles de opositores que tuvieron por destino el exilio, el asesinato o los campos de internación.Luego está el mismo método para deshacerse de los opositores. Hitler no dudó en asesinar a los disidentes en “accidentes” o purgar directamente por medio de las SS a los enemigos internos como Ernst Rhöm, uno de los cientos de muertos en la Noche de los Cuchillos Largos de 1934.En la Rusia de Putin, sucede hoy algo parecido. Boris Nemtsov, fundador del partido de la Libertad, era un conocido opositor y quien denuncio el fraude en las elecciones de 2011. Fue asesinado en un irresuelto y “anónimo” asalto en el centro de Moscú en febrero de 2015.
El caso del periodista Alexander Litivenko es mas dramático. Fue envenenado en 2016 con té de polonio durante su exilio en Londres. Otro opositor, Alexei Navalni, también fue envenenado y luego condenado a 9 años de prisión en una colonia penal en donde permanece aislado.
Esta colonias de “régimen estricto” son la otra coincidencia. Los campos de internación fueron uno de los sellos distintivos del nazismo y uno de los derivados de las Leyes de Nuremberg de septiembre de 1935. Siempre hay leyes que le dan apariencia de legalidad a la represión. Putin erigió una muralla de leyes contra los opositores a la par que creó un extenso circuito de colonias penales en las ciudades y en localidades remotas que recuerdan los gulags de la era soviética. Y creó “centros de filtración” para ucranianos en Dokuchaievsk y Vladivostok.
Hitler y Stalin coincidían, como hoy lo hace Putin, en la idea que Occidente y su liberalismo eran el origen de la decadencia de sus naciones. Su deseo de control y de regreso a una cultura tradicional encontraba en la libertad y la modernidad un enemigo común aun vigente.
Si en la Alemania nazi se llevaba un control estricto sobre diarios, correos y telégrafos para identificar disidentes y ofensores, en Rusia el FSB montó un sistema de vigilancia, soplones y denuncia similar sobre los medios, la mensajería física o electrónica y las redes sociales. El Sistema para Actividades de Investigación Operativa (SORM, por su sigla en ruso) es la oficina del FSB dedicada de monitorear políticamente a las redes. En Occidente existen programas similares pero las consecuencias en Rusia son bastante mas drásticas e incluyen la prisión.
Hitler se obsesionó con el valor simbólico de Slatingrado y Leningrado y mandó a la muerte o al cautiverio a un millón de soldados alemanes. Prometió llegar a Moscú en 2 meses y quedó varado en la rasputitsa. Putin prometió Kiev en 3 días y quedó humeando en el barro ucraniano.
Invadir Polonia y entrar en conflicto con Europa occidental fue una decisión personal de Hitler avalada por asesores sujetos a elegir entre la aprobación o la purga. Vladimir Putin eligió cada una de sus invasiones. Ambos lideres condujeron a sus países a una guerra sin garantías.Envalentonados por una victoria inicial y la falta de un freno de parte de otros países, ambos subieron la apuesta sin tener los medios políticos y militares asegurados para lograr sus objetivos. Y subestimaron a sus adversarios. Hitler en 1938 y 1941. Putin hizo lo mismo en 2022.
En 1940 las apuestas estaban casi totalmente en contra de Gran Bretaña, que resistía solitaria con el apoyo de EEUU, aun reticente a entrar en la guerra. Y entonces sucedió otro paralelismo que está ocurriendo en estos días: el orgullo herido y la decisión emocional.En septiembre de 1940, en plena Batalla de Inglaterra, Churchill ordenó bombardear Berlín luego que aviones nazis destruyeran por error zonas civiles. Hasta entonces los objetivos de Hitler eran bases y la infraestructura de la isla. Aquel bombardeo inglés trajo la ira del führer.
Con la misma furia de Putin ante el ataque al puente de Kerch, Hitler ordenó desviar parte de los aviones para destruir las ciudades inglesas. Provocó mas de 40.000 muertos, pero en el trámite perdió una enorme cantidad de aviones y dejó intactos importantes blancos militares, si bien las pérdidas no definieron la Batalla de Inglaterra, debilitaron la fuerza del ataque nazi y aumentaron la determinación de los británicos para resistir. Putin actuó de manera similar cuando se hundió el Moskva, perdió la isla de las Serpientes y fue derrotado en Jarkov. En lugar concentrarse en la contraofensiva ucraniana, Putin gasta misiles para saciar su ira y dedica parte de su tiempo a masacrar civiles. Y no tiene una cantidad infinita de proyectiles como tampoco Goering tuvo suficientes aviones para rendir a Londres. El que se enoja pierde.
“Nadie podía ganarle a Hitler y su blitzkrieg”. “Putin es invencible”. Esa imagen inicial funcionó hasta que se “reagruparon” en retirada. En ambos casos, el poderío que exhibían, el recuerdo de la destrucción y la proyección de un nuevo holocausto solo resultaron al principio.
La brutalidad nazi en los territorios ocupados fue el origen de una resistencia que obligó a estacionar tropas en la retaguardia y en los momentos cruciales de la guerra provocaron enormes daños a las líneas de suministro nazis, como cuando obstaculizaron el refuerzo en Normandía.El terror que impone Putin en Ucrania causa un efecto similar, anticipado por la resistencia tártara en Crimea desde la invasión de 2014. El despojo y la brutalidad en ambos casos sumaron número a la resistencia y el de tropas sacadas del frente para controlar la retaguardia.
Para graficar el efecto del terror y la respuesta que provoca: durante la ocupación nazi de Ucrania, Hitler tuvo que inmovilizar 4 divisiones que necesitaba en el frente ruso a causa de los ataques de la resistencia. Mismo lugar y circunstancia, 80 años después.