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Martini Racing: la elegancia italiana que marcó la historia del motorsport
En el universo del automovilismo, pocas decoraciones despiertan tanta admiración y nostalgia como las franjas azul oscuro, celeste y rojo de Martini Racing. Más que un patrocinador, Martini & Rossi logró construir una identidad visual atemporal que traspasó generaciones y disciplinas. Desde Le Mans hasta los tramos más polvorientos del Mundial de Rallyes, la marca italiana dejó una huella imborrable en la competición. Como ya hicimos con la mítica librea de Jägermeister, vamos a hacer un repaso de su historia y acontecimientos más importantes.
Los encargados de arrancar este proyecto fueron Paul Goppert, responsable de publicidad y relaciones públicas de Martini Alemania, y su amigo, el piloto y director de concesionario, Hans-Dieter Dechent. Aprovechando que en 1968 se había abierto el grifo a la publicidad no relacionada con las carreras, se pusieron las pegatinas de Martini en un Porsche 910 pilotado por Dechent en una prueba local en Alemania. La idea fue cogiendo tono poco a poco y terminó resultando en la creación del equipo oficial Martini Racing.
Su debut formal se produce en los campeonatos de prototipos con coches como el Porsche 907 y 908, pero la explosión de notoriedad llega en 1971, cuando el legendario Porsche 917K de Martini Racing vence en las 24 Horas de Le Mans. Aquel coche, vestido con la ya célebre librea, simbolizó la perfecta fusión entre ingeniería de vanguardia y estética refinada. En los siguientes años también acompañaría a Porsche en la Targa Florio, con victoria del 911 Carrera RSR en 1973 incluida.
En los años 70, Martini diversificó su presencia en el automovilismo internacional. Brabham fue el primer equipo de Fórmula 1 en lucir sus colores entre 1975 y 1977, cuando aún se permitía cierta libertad artística en la decoración de los monoplazas. Aunque los resultados deportivos no fueron extraordinarios, Martini dejó huella por su imagen cuidada y sofisticada.
En 1979, la marca probó suerte con Lotus, aunque la asociación fue breve. A pesar de los altibajos en la F1, Martini consolidó su reputación como sinónimo de estilo dentro y fuera de los circuitos. Se retiraron de la competición durante un largo tiempo, volviendo en 2006 con una presencia menor dentro de la Scuderia Ferrari.
Sin embargo, fue en los años 80 cuando Martini alcanzó el estatus de mito del motorsport, gracias a su alianza con Lancia en el Mundial de Rallyes (WRC). Todo comenzó con el Lancia 037, pero la leyenda se forjó con el brutal y carismático Delta Integrale. Durante la primera etapa se centraron en la competición de deportivos en las categorías de Grupo 5, Grupo 6 y Grupo C; dejando coches imborrables como los LC1 y LC2. Sin embargo, el siguiente paso fue centrarse en el WRC y fue una gran idea.
Entre 1987 y 1992, la combinación de Martini y Lancia dio como resultado seis títulos de constructores consecutivos en el WRC, algo nunca antes visto. Aquellos coches, adornados con las franjas Martini sobre fondo blanco, plateado o rojo, protagonizaron algunas de las imágenes más espectaculares de la historia del rally. La unión entre ambas marcas fue tan icónica que aún hoy sigue inspirando a diseñadores, restauradores y coleccionistas. Después hubo una última incursión en el WRC de la mano del equipo M-Sport de Ford, con pilotos como Carlos Sainz o Colin McRae, entre las temporadas 1999 y 2002.
Aunque muchas marcas han patrocinado equipos deportivos, pocas han alcanzado el nivel de elegancia estética que Martini logró imprimir a sus colaboraciones. La decoración Martini Racing se convirtió en un emblema de clase y velocidad, tanto en los circuitos como en los catálogos de edición limitada de marcas como Porsche, Lancia, Abarth o Ford.
Entre otras incursiones en diferentes áreas, tenemos que destacar la presencia en el DTM con el Alfa Romeo 155, con el que se proclamaron campeones en el año 1995. Más allá del mundo del automóvil, los colores de Martini Racing también estuvieron presentes en el Campeonato Mundial de Lanchas Motoras. La firma italiana supo ver el filón en estas embarcaciones que destacaban por su rapidez y se alzó con varios títulos en las décadas de los 70 y 80.
Hoy, Martini ya no compite en la élite del automovilismo, pero su legado permanece más vivo que nunca. Modelos clásicos restaurados, ediciones especiales de fabricantes (véase el Porsche 935) y reinterpretaciones artísticas siguen manteniendo viva la llama de Martini Racing. Incluso en cultura pop, su presencia continúa vigente, como símbolo de un automovilismo en el que la belleza, el estilo y la competición iban de la mano.
Porque si hay algo que dejó claro la historia de Martini en competición es que se puede ganar con elegancia. Y que la pasión por las carreras también puede servirse en copa larga, con vermut italiano y unas buenas dosis de octanaje.
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En el universo del automovilismo, pocas decoraciones despiertan tanta admiración y nostalgia como las franjas azul oscuro, celeste y rojo de Martini Racing. Más que un patrocinador, Martini & Rossi logró construir una identidad visual atemporal que traspasó generaciones y disciplinas. Desde Le Mans hasta los tramos más polvorientos del Mundial de Rallyes, la marca italiana dejó una huella imborrable en la competición. Como ya hicimos con la mítica librea de Jägermeister, vamos a hacer un repaso de su historia y acontecimientos más importantes.
Un brindis por la velocidad: los orígenes
La historia de Martini en el deporte del motor comienza en 1968, cuando la firma de vermut decide vincularse al mundo del automovilismo para reforzar su posicionamiento de marca. Anteriormente ya había hecho alguna incursión con Alfa Romeo en las 3 horas de Daytona de 1962, pero no había sido muy trabajada. Unos años después decidió alejarse de las estrategias convencionales, su apuesta fue clara: asociarse con las escuderías más prestigiosas, empezando por Porsche, en las carreras de resistencia.
Los encargados de arrancar este proyecto fueron Paul Goppert, responsable de publicidad y relaciones públicas de Martini Alemania, y su amigo, el piloto y director de concesionario, Hans-Dieter Dechent. Aprovechando que en 1968 se había abierto el grifo a la publicidad no relacionada con las carreras, se pusieron las pegatinas de Martini en un Porsche 910 pilotado por Dechent en una prueba local en Alemania. La idea fue cogiendo tono poco a poco y terminó resultando en la creación del equipo oficial Martini Racing.
Su debut formal se produce en los campeonatos de prototipos con coches como el Porsche 907 y 908, pero la explosión de notoriedad llega en 1971, cuando el legendario Porsche 917K de Martini Racing vence en las 24 Horas de Le Mans. Aquel coche, vestido con la ya célebre librea, simbolizó la perfecta fusión entre ingeniería de vanguardia y estética refinada. En los siguientes años también acompañaría a Porsche en la Targa Florio, con victoria del 911 Carrera RSR en 1973 incluida.
De la resistencia a la Fórmula 1
En los años 70, Martini diversificó su presencia en el automovilismo internacional. Brabham fue el primer equipo de Fórmula 1 en lucir sus colores entre 1975 y 1977, cuando aún se permitía cierta libertad artística en la decoración de los monoplazas. Aunque los resultados deportivos no fueron extraordinarios, Martini dejó huella por su imagen cuidada y sofisticada.
En 1979, la marca probó suerte con Lotus, aunque la asociación fue breve. A pesar de los altibajos en la F1, Martini consolidó su reputación como sinónimo de estilo dentro y fuera de los circuitos. Se retiraron de la competición durante un largo tiempo, volviendo en 2006 con una presencia menor dentro de la Scuderia Ferrari.
El idilio con Lancia: la leyenda del rally
Sin embargo, fue en los años 80 cuando Martini alcanzó el estatus de mito del motorsport, gracias a su alianza con Lancia en el Mundial de Rallyes (WRC). Todo comenzó con el Lancia 037, pero la leyenda se forjó con el brutal y carismático Delta Integrale. Durante la primera etapa se centraron en la competición de deportivos en las categorías de Grupo 5, Grupo 6 y Grupo C; dejando coches imborrables como los LC1 y LC2. Sin embargo, el siguiente paso fue centrarse en el WRC y fue una gran idea.
Entre 1987 y 1992, la combinación de Martini y Lancia dio como resultado seis títulos de constructores consecutivos en el WRC, algo nunca antes visto. Aquellos coches, adornados con las franjas Martini sobre fondo blanco, plateado o rojo, protagonizaron algunas de las imágenes más espectaculares de la historia del rally. La unión entre ambas marcas fue tan icónica que aún hoy sigue inspirando a diseñadores, restauradores y coleccionistas. Después hubo una última incursión en el WRC de la mano del equipo M-Sport de Ford, con pilotos como Carlos Sainz o Colin McRae, entre las temporadas 1999 y 2002.
Competición y estética: más allá del rendimiento
Aunque muchas marcas han patrocinado equipos deportivos, pocas han alcanzado el nivel de elegancia estética que Martini logró imprimir a sus colaboraciones. La decoración Martini Racing se convirtió en un emblema de clase y velocidad, tanto en los circuitos como en los catálogos de edición limitada de marcas como Porsche, Lancia, Abarth o Ford.
Entre otras incursiones en diferentes áreas, tenemos que destacar la presencia en el DTM con el Alfa Romeo 155, con el que se proclamaron campeones en el año 1995. Más allá del mundo del automóvil, los colores de Martini Racing también estuvieron presentes en el Campeonato Mundial de Lanchas Motoras. La firma italiana supo ver el filón en estas embarcaciones que destacaban por su rapidez y se alzó con varios títulos en las décadas de los 70 y 80.
El regreso a la F1 con Williams
En 2014, Martini volvió a la Fórmula 1 como patrocinador principal de Williams Martini Racing. Durante cinco temporadas, los monoplazas de Grove llevaron de nuevo el inconfundible diseño tricolor. Aunque los resultados deportivos no se acercaron a la época dorada del equipo, el acuerdo con Williams volvió a situar a Martini en el escaparate global del motorsport, evocando con éxito la nostalgia de los años 70 y 80.
Hoy, Martini ya no compite en la élite del automovilismo, pero su legado permanece más vivo que nunca. Modelos clásicos restaurados, ediciones especiales de fabricantes (véase el Porsche 935) y reinterpretaciones artísticas siguen manteniendo viva la llama de Martini Racing. Incluso en cultura pop, su presencia continúa vigente, como símbolo de un automovilismo en el que la belleza, el estilo y la competición iban de la mano.
Porque si hay algo que dejó claro la historia de Martini en competición es que se puede ganar con elegancia. Y que la pasión por las carreras también puede servirse en copa larga, con vermut italiano y unas buenas dosis de octanaje.
Martini Racing: la elegancia italiana que marcó la historia del motorsport
La librea de Martini Racing es una de las más reconocidas de todos los tiempos, símbolo de elegancia italiana con historia en el motorsport.






