Sobre hermetismo
"Aristóteles definió un esclavo como un “instrumento animado manuable”. Esta pavorosa descripción no ha sido jamás tan acertada como hoy día si la aplicamos al ser humano en general, ya que el individuo es un mero apéndice y caja de resonancia de la especie. El “homo sapiens” al igual que las otras especies animales, posee un alma colectiva que regula y dirige la evolución de la raza.
Esta alma colectiva produce las migraciones de las aves, regula la reproducción, dirige los diferentes cambios y adaptaciones, provoca los períodos de celo, y en general, dirige el comportamiento instintivo de las bestias. El sapiens por el hecho de pertenecer al reino animal no puede estar libre de esta fuerza directora, la cual, en efecto, lo controla, dirige, supervigila, y regula, actuando como una mente común que sofoca el pensamiento propio.
Esta alma común ha sido llamada por Jung, “el inconsciente colectivo”, sin llegar a hablar de un “alma animal”, no obstante haber poseído, con seguridad, este conocimiento. Este inconsciente colectivo es en realidad el alma animal del sapiens. El sólo hecho de comprender, aceptar, y “tomar el peso” a este asunto, significa visualizar el fundamento más importante de la vida del sapiens, ya que el impulso bestial actúa como el motivo básico de todas sus acciones.
La personalidad es sólo un reflejo del alma común, la cual moldea con un poder insospechado la psiquis del sujeto. Es nada más que una emanación del depósito común, la cual se incorpora y personaliza en un individuo, quien llega así a tener, si es que se puede usar esta expresión, “un alma animal de su propio peculio”, miniaturización y singularización de la gran alma colectiva.
De este modo, el sujeto recibe de sus padres una herencia corporal y genética, y de la humanidad, el legado del poder y de la inteligencia animal. En estas condiciones, ya es muy difícil que el sujeto llegue a sobreponerse a esta compulsión arrolladora y pueda llegar a formar su propia personalidad individual. Debe conformarse con compartir el destino común de sus congéneres, a no ser que tenga la “suerte” de llegar a una escuela hermética.
Sostenemos que no puede haber un verdadero progreso espiritual y moral si el hombre no corta el cordón umbilical que lo une al computador central de la especie, el cual sustenta las características “bestiales”.
Este acontecimiento memorable, único, trascendental e irreversible, es el que se lleva a cabo en el seno de las verdaderas escuelas herméticas. Las otras, en cambio, no tocan para nada el alma animal del estudiante, limitándose a impartirle determinada enseñanza, la cual, con seguridad, será utilizada para bestializar aún más la inteligencia.
He aquí un fenómeno común de nuestro tiempo: la bestialización de la inteligencia. Mientras más inteligente se vuelve un individuo, más grande será el poder de su bestia, quien utilizará ese intelecto para satisfacer sus propios instintos, sin preocuparle nada más.
El programa colectivo (del alma colectiva) basado en una feroz e inhumana competencia, obliga al individuo a matar para comer. La muerte tiene muchos grados, y la destrucción física es el último. Antes viene el lento declinar proveniente de la destrucción de los anhelos interiores. Podemos matar anulando las voluntades ajenas o explotando sin misericordia a otros; devolviendo mal por mal, destruyendo el amor, la cordura, la felicidad, y la paz de las personas; calumniando, injuriando, o manifestando una fría insensibilidad ante los problemas ajenos.
El futuro de la raza humana no parece muy promisorio: el acelerado desarrollo de una inteligencia fría y deshumanizada, sin amor ni contenido espiritual.
El “progreso” está concibiendo titanes de la inteligencia, pero pigmeos del espíritu, con la conciencia y la sensibilidad humana atrofiadas por un vasto programa cerebral y cultural al servicio ulterior del computador central de la especie.
La única posibilidad de salvación la tiene el individuo aislado, es decir, aquél que por medio de la cultura hermética logra su autonomía vital, desligándose del cerebro central."