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El Ferrari que nunca llegó a fabricarse... y se ha convertido en leyenda
El Mythos partía de la base técnica del Ferrari Testarossa, del que heredó el motor V12 de 4,9 litros.

Hace pocos días se ha celebrado en Japón el Japan Mobility Show 2025, una evolución del antiguo Salón del Automóvil de Tokio. Por un momento, viajemos al pasado. Al año 1989. Allí Ferrari mostró en primicia un concept diseñado por Pininfarina: el Mythos. Y no es poca cosa, ya que hablamos de uno de los prototipos más icónicos y visionarios de finales de los 80.
Ganador del 'Trofeo Golden Marker' 1989 y del 'Car Design Award' 1990, representaba un punto de síntesis entre el arte escultórico y la ingeniería avanzada, encarnando a la perfección la filosofía de la "búsqueda de la belleza" de Pininfarina, aplicada al mundo del automóvil.
Un Mythos, literalmente
El Mythos se basaba en la plataforma técnica del Ferrari Testarossa, del que heredaba el poderoso motor V12 de 4,9 litros, con una potencia de unos 390 CV y propulsión trasera.Se eligió esta plataforma porque el Testarossa ofrecía una mecánica probada y una disposición lateral de los radiadores que permitía una libertad extrema para experimentar con las proporciones y los volúmenes. El objetivo del proyecto era, de hecho, radicalizar los conceptos de diseño introducidos en el pasado, acentuando el contraste entre un frontal relativamente esbelto y una zaga ancha y musculosa.
El resultado fue un Ferrari que parecía constar de dos volúmenes que se cruzaban, con el habitáculo "emergiendo" de una cola esculpida y poderosa.
Nunca llegó a la producción
El diseño del Mythos también era muy interesante, porque nunca se concibió para su uso en carretera, y mucho menos para la producción en serie. Sus líneas, por tanto, eran pura experimentación, tensas y armoniosas al mismo tiempo. De hecho, el prototipo no tenía ventanas laterales ni techo, inspiradas en las barchettas de carreras de los años 50 y 60.
La parte trasera era quizás la más espectacular: la banda de luces horizontales que recorría toda la anchura de la zaga se complementaba con un alerón móvil, que se elevaba hasta 300 mm en función de la velocidad, gracias a un sofisticado sistema, para aumentar la carga aerodinámica y trabajar en un flujo limpio de aire.

Todos los paneles de la carrocería (capó, puertas y revestimientos) estaban realizados en fibra de carbono, una solución vanguardista para la época, mientras que el interior, aunque espartano, conservaba una refinada elegancia: asientos, salpicadero y paneles de las puertas estaban rigurosamente tapizados en cuero.




