Noticia Lola MK6 GT, la necesaria antesala del Ford GT40

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Lola MK6 GT, la necesaria antesala del Ford GT40​

Resulta imposible comprender al Ford GT40 sin tener en cuenta al Lola Mk6 GT, su inicio y cimiento desde 1963.


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Hace unas semanas les ofrecimos el artículo Ford GT40 #101, más británico -e italiano- que estadounidense. Un texto donde reflexionamos en torno a la génesis del icónico modelo de carreras, en verdad bastante más europeo en su diseño y concepción de lo que a muchos entusiastas del automovilismo estadounidense les gustaría reconocer.


Dicho esto, en aquel texto sacábamos a colación al Lola GT Mk6 de 1963. Uno de los diseños de competición más disruptivos a comienzos de los años sesenta y que, a la postre, sirvió como cimiento para el desarrollo en América de los primeros Ford GT40.​


Pero vayamos por partes. Así las cosas lo mejor será remontarse hasta la fundación de la británica Lola Cars durante 1958. Nacida al calor de los llamados despectivamente “garajistas”, esta pequeña empresa buscó asentarse en el ámbito de los circuitos y los piloto-cliente a base de maximizar la ligereza y rigidez de sus chasis equipados con mecánicas externas.


En suma: justo la misma fórmula empleada por Lotus o Cooper. Es más, al hilo de ellas Lola Cars también entró a la F1 aprovechando la reducción de la cilindrada a los 1.5 litros de cara a 1962 mientras sumaba a sus bastidores la acción de los motores Coventry Climax y la caja de cambios Colotti.​


DE LA F1 AL MUNDIAL DE MARCAS​


Aunque los resultados cosechados en la temporada de 1962 no fueron desalentadores -menos aun con el mítico John Surtees a los mandos-, lo cierto es que Lola Cars tuvo que dar un paso atrás en la F1 al registrar serios problemas de contabilidad justo cuando el circo de la categoría reina empezaba a ponerse considerablemente más prohibitivo.​


Debido a ello el interés de la pequeña casa británica viró hacia las carreras de resistencia, donde contempló un jugoso nicho de mercado en relación a los diseños del llamado Grupo IV.


No aptas para todos los eventos relativos al calendario anual del Mundial de Marcas, estos basaron su atractivo en una homologación bastante laxa basada en permitir altas dosis de experimentación junto a una producción cuasi testimonial.​

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Asimismo su mayor atractivo fue que tanto la organización de las 24 Horas de Le Mans como la de no pocos eventos británicos y estadounidenses sí permitían su inscripción formal en la parrilla de salida; a la sazón el nicho de mercado donde habría de asentarse el nuevo modelo de Lola Cars.​


LOLA MK6 GT, LA BASE DEL FUTURO FORD GT40​


Pasando el comienzo de los años sesenta Ford demostró un interés sincero por ganar en las 24 Horas de Le Mans. Y sí, justo ahí se dio una paradoja interesante pues aunque el fabricante americano contaba con una financiación impresionante su conocimiento exacto de las carreras -más aun en el escenario europeo- dejaba mucho que desear.


Debido a ello el proyecto de lo que habría de llegar a ser el Ford GT40 tuvo al Reino Unido como escenario de inicio, escogiendo a un socio solvente para el mundo de la competición entre los diversos talleres locales concentrados en la ingeniería al servicio de la velocidad.

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Dicho esto, tanto Lotus como Cooper estaban demasiado concentradas en la F1 -y las bajas cilindradas- como para emprender el desarrollo de un GT experimental con capacidad real de batir a Ferrari en rectas.


No obstante, para finales de 1962 Lola Cars ya había dado pasos de gigante con su MK6 GT, basado en un chasis monocasco al cual se adjuntaban sendos subchasis tanto en la trasera como en la delantera.


Respecto a la mecánica el bloque escogido fue un V8 Ford con 4.2 litros y 260 CV alimentado por cuatro carburadores Weber, todo ello unido a una caja de cambios Colotti procedente de los Lotus destinados a la Indy Car; por cierto, una de las pocas -sino la única europea- capaz de resistir el formidable embate a bajas vueltas de aquella mecánica estadounidense.​

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Por último el Lola MK6 GT remataba su diseño con una carrocería a firma de John Frayling. Sí, el mismo que firmase unos años antes trabajos ligeros y aerodinámicos para una Lotus que recién se iniciaba en los modelos de calle en serie como el Elite Mk1.​


1963, EL AÑO CLAVE​


Presentado bajo una apariencia tan pulcra como espectacular el Lola MK6 GT se convirtió en la estrella del Salón de Automóviles de Competición en el Londres de 1963. Asimismo, más allá de su participación -prometedora- en algunas carreras locales la casa británica logró llevar a las 24 Horas de Le Mans de aquel mismo año una unidad rematada en planchas de aluminio bajo las cuales se albergó el bloque 4.7 litros de un Shelby Cobra.​

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Por cierto, más allá del abandono por un problema en la caja de cambios aquel Lola MK6 GT logró posicionarse entre los 12 participantes más adelantados, dando así muestra de una fórmula cuyo potencial a muy pocos se les escapaba: mezclar un potente motor V8 Ford con un ligero y exquisito chasis con la mecánica en posición central-trasera.


De esta manera, cuando Ford quiso justo para 1963 tomarse en serio la empresa de ganar en Le Mans se asoció de manera natural con Lola Cars ya que ésta iba con pasos adelantados en lo referido a desarrollar y poner sobre la pista un Sport Prototipo capaz de superar a los mejores Ferrari de la época.


A partir de aquí el acuerdo suscrito entre Ford Advanced Vehicules y Eric Broadley -máximo responsable de Lola Cars- forjó una historia que, en caso de conocer muy bien, tienes sintetizada de una forma lógica y amena en la referencia a la cual te remitíamos al inicio de este artículo.​



 
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